La profunda reforma de esta "casa barata" parte de la voluntad de la familia que la tenía que habitar de tener una "casa para vivirla". Con la voluntad de conseguir este objetivo se trabaja en dos focos: una distribución cómoda para un día a día de calidad y una selección de materiales cómodos, próximos y lejos de los lujos.
En lo que se refiere a la distribución se usan recursos que permitan, a pesar de los impedimentos estructurales, una óptima comunicación entre espacios, que minimicen las divisiones existentes tanto en la planta de día (la baja) como en la relación entre estancias. Así pues, la escalera pasa a ser uno de los elementos protagonistas, sin ninguna pretención, con pocos materiales, pero marcando el carácter de todo el conjunto ya desde la misma entrada.
La proximidad se consigue con materiales habituales por toda la casa: la omnipresente madera de pino, el hierro pintado, la pared recuperada de tocho, el pavimento porcelánico de baldosa de barro catalana, los juegos de baldosa vidriada en distintas estancias, etcétera. El resultado está a medio camino entre la esencia del pasado y la practicidad actual. Se ha conservado y enfatizado un exterior con personalidad dentro de un conjunto urbanístico protegido y un interior vivo, práctico y bonito para vivirlo.